Fueron 22 los jóvenes que acariciaron el sueño de convertirse en oficiales de la Policía y a quienes este sueño les fue truncado. Todos provenientes de muy diversas regiones del país, nacidos en el seno de familias que han hecho de la humildad un ejemplo de transformación trascendente, víctimas de aquel hecho en contra de la Escuela, que por demás es condenable y constituye uno de los momentos más trágicos y dolorosos de la Nación, de la Policía Nacional y en particular de la Escuela de Cadetes de Policía General Francisco de Paula Santander, alma mater que los había acogido para iniciar un camino fundado en valores para servir a los colombianos.