El artista de la guerra
Me desempeñaba como Agente de la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional entre los años 80-90. En esa época se libraba una ofensiva abierta contra los carteles de la droga que estaban en cabeza de Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha. Teníamos que enfrentar a la guerrilla más fuerte de ese tiempo “La coordinadora Guerrillera Simón Bolívar”, integradas por las FARC, el M-19, el EPL y el ELN.
Trabajaba en Florencia – Caquetá como conductor de un camión que transportaba el personal de apoyo, el día 17 de noviembre de 1990, aproximadamente a las 08:30 pm nos dirigíamos al municipio de Curillo, donde se presentaba una incursión guerrillera. De la parte interna de una finca salía un tubo de desagüe que conducía a un abismo, las FARC metieron explosivos en este y al pasar por esta vía exploto el camión. Ese día murieron 42 compañeros de la policía y resultamos tres personas heridas. Al momento de la detonación la cabina se desprendió, rodamos a un abismo de 500 metros. Recuerdo que uno de los guerrilleros bajo y nos revisó bajo luz, sin embargo, por las heridas creyeron que estábamos muertos.
Estuve en coma profundo por seis meses, sufrí discapacidad sensorial y estrés postraumático; pero desde una silla de ruedas me propuse con la ayuda de Dios y de la Policía Nacional, recuperarme. Dentro de la fisioterapia se trabaja con barro para dar plasticidad a las manos, reducir la ansiedad y recuperar la función motora que se pierde en un atentado terrorista, aprendí algunas cosas de la escultura y plastilina. En el arte empezó mi camino a la sanación. En mis horas de tedio comencé a hacer figuras y descubrí que podía ser un artista en la escultura. Un día asistí a un taller de acuarela y el profesor de arte observando mi trabajo me dijo:
-¿Usted antes del accidente pintaba?
-No señor, nunca lo he hecho – le respondí-, entonces descubrí mis potencialidades latentes como artista empírico.
-Me gustaría ver un cuadro suyo.
-Nunca he pintado – le contesté-
-Tan raro “un escultor llegar a ser un gran pintor, pero no todo pintor llega a ser un gran escultor”. Posteriormente, conocí un fundidor de bronce y aprendí esta faceta artística durante seis años.
Hoy día soy artista plástico, poeta y escritor. En el arte puedo expresar mis frustraciones, mis angustias, mis emociones más profundas. Tengo la necesidad de dejar un legado, un nuevo concepto del arte en el posconflicto de Colombia. Contribuir a la reconstrucción histórica del conflicto, mediante obras que busquen el perdón y el olvido como mi retrato de “Marquetalia”. Ahora tengo un libro terminado, llamado “Una historia de vida del arte contado en las trincheras de la Guerra”.
En el arte, se abre un gran portón donde los artistas en condición de discapacidad, heridos en conflicto, las viudas que han perdido sus esposos y muchas personas que tienen su obra guardada, van a tener la oportunidad de expresar mediante el arte sus vivencias, lo que genera una apertura de un mercado grande para ellos. Eso es posible gracias a la perseverancia y a Dios por habernos obsequiado un don.