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DANMA GISETH RODRIGUEZ CAMARGO

Cielo

By | escritos memoria

Una carrera al cielo

El 12 de noviembre de 1990, al medio día, el cabo primero Oscar Escobar Paez, el agente Wilson Tigreros y nueve niños “patrulleritos” de la Policía Cívica Juvenil, acompañaban una carrera ciclística entre los municipios de Algeciras y Campoalegre en el departamento del Huila.

Este departamento es uno de los más afectados por el conflicto armado interno en Colombia y especialmente, por el narcotráfico y las Farc. Según el Registro Único de Víctimas (RUV), allí han sido victimizados 174.670 colombianos y entre ellos, 1.285 policías por acciones como ataques masivos a poblaciones, atentados terroristas, minas antipersonal, homicidios y secuestros de personas y hasta de un avión con 30 pasajeros, que cubría la ruta Bogotá – Neiva y que las Farc hizo aterrizar el 20 de febrero de 2002, en la vía principal del municipio de Hobo, para secuestrar a unos empresarios y específicamente, al senador de la época Jorge Eduardo Géchem Turbay, quien estuvo seis años en cautiverio.

Los policías y los niños se desplazaban en una camioneta Luv de la Policía, por el sitio conocido como “La vuelta kilómetro 12”, cuando de repente, subversivos del segundo frente de las Farc conocido como “Asaís Pardo”, detonaron cargas de dinamita que habían instalado en una “cuneta” sobre el lado izquierdo de la vía.

“Nos íbamos a tirar al piso, pero unos hombres comenzaron a disparar. Luego le metieron candela a la camioneta…”, relató Sandra Paola Peña, de tan solo nueve años, para un informe de la Revista Semana.

El ataque terrorista le causó la muerte instantánea al cabo primero Escobar, comandante de la Estación de Policía Algeciras, al agente Tigreros, conductor de la patrulla y a cuatro de los niños que los acompañaban. Los cinco niños restantes, resultaron gravemente heridos y luego de ser trasladados al Hospital de Neiva, en vehículos que acompañaban la prueba ciclística, fallecieron dos por la gravedad de las heridas.

Semana en su informe relata, que los patrulleritos comenzaron a gritar, pero otra carga explotó, mientras cerca de 60 hombres, que vestían prendas de uso privado de las fuerzas militares, comenzaron a disparar ráfagas de ametralladora. “Vi cuando mis compañeros caían y caían al suelo. Unos corrían, otros gritaban pidiendo auxilio, socorro, mientras tres hombres disparaban sus ametralladoras y se reían”. Esa fue la aterradora historia que contó, unas horas después, Orlando León Toledo, un pequeño de 13 años que se salvó milagrosamente.

Luego del violento ataque, los subversivos huyeron hacia la zona montañosa, llevándose consigo las armas de dotación de los policías y dejando a sus víctimas abandonadas en la vía.

Sin duda, ese 12 de noviembre , el cabo Oscar, el agente Wilson y su equipo de seis campeones, hicieron su última carrera pero esta vez, al cielo. Los menores fallecidos fueron Karla Yesenia Tello Devia, 8 años; Anderson Devia Rodríguez, 9 años; Wilque Esneider Garzón Lozada, 11 años; Luz Adriana Vargas Quintero, 12 años; Rocio MolinaOvalle , 12 años y Sandra Milena Pinto, 14 años.

Hoy, el sacrificio de estos valientes niños y de los dos policías, se honra de manera simbólica en un Lugar de Memoria construido en el sitio donde ocurrió este lamentable hecho.

Autor
Área de Historia, Memoria Histórica y Víctimas
Unidad Policial para la Edificación de la Paz
Policía Nacional de Colombia

Fotografías – Diario La Nación

Fecha: 20/FEB/2019

dolor

By | escritos memoria

Dolor de Patria

En este momento, un dolor profundo invade el corazón de más de 20 familias, quienes entregaron a sus hijos a la patria, con la única convicción de contribuir a la construcción de una Colombia en paz. Hoy, Colombia llora a 20 jóvenes que perdieron la vida con sueños y proyectos prometedores, símbolos de éxito y emprendimiento. Ellos decidieron dejar a un lado su hogar y amigos, para iniciar un camino de compromiso, lealtad, honor, disciplina y entrega a la nación, siendo integrantes de la Policía Nacional de Colombia.

Estos 20 estudiantes fueron víctimas del ataque terrorista ocurrido en la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander” el pasado 17 de enero de 2019, atentado que se constituye en luto nacional, asimismo, en motivo de unión en torno a las familias y la institución. El país se solidarizó rindiendo un sentido homenaje a la juventud, a los integrantes de la Policía Nacional, que anhelan servir a su país y a quienes ofrendaron hasta su vida por ello, gritando a una sola voz “No más violencia” “No al terrorismo”.

Iván, Cesar, Oscar, Diego, Alejandro, Luis, Alan, Juan Diego, Christian, Carlos, Camilo, Esteban, Diego Alejandro, Juan David, Juan Felipe, Yhonatan, Steven, Heiner, Fernando y Erika Sofía, promesas del deporte de no más de 23 años, que se preparaban en el Alma Mater de la Policía Nacional de Colombia para ser líderes y ejemplo para la sociedad. Duele su ausencia y su súbita partida porque harán falta sus risas, sus bailes pero sobre todo, su valiosa compañía.

Autor
Área de Historia, Memoria Histórica y Víctimas
Unidad Policial para la Edificación de la Paz
Policía Nacional de Colombia
Fecha: 21/ENE/2019

Paracuestre

By | escritos memoria

El patrullero Muñoz, domador paraecuestre

A pesar de las circunstancias que el conflicto armado interno le dejo, Carlos Muñoz, patrullero y carabinero de la Policía Nacional de los colombianos, es un ejemplo de fortaleza, progreso y entereza. A sus 18 años ingreso a la institución porque le gusta servir a la comunidad, el día 21 de enero de 2013, como integrante del Grupo de Operaciones Especiales, en la ciudad de Villavicencio, acudió a atender un hurto bancario pero al llegar al lugar no resultó ser así. Cuando llegó, se encontró con un grupo armado ilegal, era el Frente 44 de las Farc, quienes atentan en contra de su integridad física, dejándolo sin una de sus extremidades inferiores.

Este hecho no fue impedimento para que hiciera realidad sus sueños de ser domador paraecuestre y poder entrenar para representar a la Policía Nacional y a Colombia en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.

La institución universitaria Politécnico Grancolombiano cuenta la historia de vida de Carlos, explicando su pasión por este deporte equino, su capacidad de superación, resistencia y perseverancia para lograr cada uno de sus sueños, y como la Policía Nacional contribuye a la materialización de sus proyectos. En el siguiente enlace podrá encontrar mas sobre este relato.

Autor
Área de Historia, Memoria Histórica y Víctimas
Unidad Policial para la Edificación de la Paz
Policía Nacional de Colombia
Fecha: 27/ABR/2018

Despedida

By | escritos memoria

Salir de casa sin saber que será…“la última despedida”.

¿Cómo saber que será el último adiós que se da a la familia? ¿Cómo saber que no se volverá a casa y que será el último beso de despedida? Esta es la incertidumbre que viven muchos de los policías de Colombia. Sucedió el pasado 27 de enero de 2018 en Barranquilla, donde cerca de 50 policías salieron de sus hogares y se despidieron de sus hijos, esposas y madres, sin saber que esta sería la última vez que los verían con vida.

Ese día, Barranquilla despertaba tranquila y calurosa como todos los días, cuando de repente, en el sur de la ciudad, precisamente en la Estación de Policía del barrio San José, a las 06:30 de la mañana, se escuchó una fuerte explosión que causó pánico entre los vecinos del barrio. Todo era confusión, la gente corría, las ambulancias llegaban a socorrer los heridos y varios familiares de los policías, angustiados, arribaban al lugar a preguntar por el estado de salud de sus seres queridos. Todos estaban comprometidos en auxiliar a los afectados del ataque terrorista dirigido a la Policía Nacional y, la preocupación por salvar la vida de quienes estaban en estado crítico, era el escenario del momento.

El ataque dejó seis policías muertos (Freddys de Jesús Echeverría Orozco, Fredy de Jesús López Gutiérrez, Willy Savier Rhenals Martínez, Anderson René Cano Arteta, Yosimar Márquez Navarro y Yamith José Rada Muñoz), 40 heridos y algunos transeúntes afectados. Desde ese día, hay un inmenso vacío en seis familias colombianas que nadie podrá llenar, un desconsuelo entre los amigos y compañeros que acompañaban día a día sus vidas. También, siete niños quedaron sin sus padres y toda una comunidad aún pregunta: ¿dónde están sus guardianes de la seguridad?

Freddys, Jesús, Willy, Anderson, Yosimar y Yamith, eran quienes garantizaban que los residentes del sur de Barranquilla convivieran en paz y seguridad, durante cada servicio eran cordiales y amables con los vecinos, diligentes y profesionales en actuar. Ellos eran esposos, padres y servidores de la paz, muchos de ellos llevaban 4 y hasta 11 años sirviendo a la comunidad y no sobrepasaban los 30 años de edad. Estos son sin duda, los hechos de violencia que en Colombia no queremos volver a vivir y es por ello que hoy alzamos nuestra voz para honrar a quienes han ofrendado su vida por un país en paz.

Autor
Área de Historia, Memoria Histórica y Víctimas
Unidad Policial para la Edificación de la Paz
Policía Nacional de Colombia
Fecha: 14/FEB/2018

Edificadores

By | escritos memoria

Un adiós a dos edificadores de paz en el departamento del Meta

Edificadores de paz, constructores de tejido social, entre otros, son los calificativos con que se conocen a los policías que integran la Unidad Básica de Carabineros – UBICAR, de la Unidad Policial para la Edificación de la Paz – UNIPEP, que trabajan a nivel nacional en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación – ETCR.

El subintendente Leonardo Gutiérrez González, de 36 años de edad y el patrullero Álvaro Villacorte Salazar, de 22 años de edad, con catorce y dos años de servicio en la institución respectivamente, se caracterizaban por su altruismo, liderazgo y entrega a la comunidad, por ser puentes de comunicación entre la población de la Macarena-Yarí en el departamento del Meta y las instituciones estatales y fueron mediadores en la solución pacífica de conflictos para la convivencia.

Ante el compromiso adquirido de consolidar la paz en el campo colombiano, ellos siguieron el camino de la reconciliación y el perdón, lideraron actividades de integración que contribuyeron al mejoramiento de las relaciones entre la comunidad y los excombatientes de las FARC, mediante la implementación de proyectos productivos como forma de comercio y auto-sostenimiento para las familias campesinas del lugar, garantizando la seguridad en un territorio que en otrora sufrió las inclemencias de la guerra.

Estos policías lograron fortalecer los lazos de unión con la comunidad, mediante una labor netamente comunitaria, realizando jornadas de peluquería a los niños, niñas y adolescentes de la región, charlas en los colegios, brigadas de aseo y salud, actividades de alfabetización y campeonatos deportivos, sensibilizando a la población sobre el respeto y acatamiento por las Normas de Tránsito y Código Nacional de Policía, labores de prevención, campañas educativas contra el uso y abuso de drogas, colaboración en actos religiosos y eventos tradicionales de la región, entre otros. Ellos tenían claro que el liderazgo y el ejemplo es la mejor estrategia para lograr esa paz tan anhelada en nuestro país.

Lamentablemente, el día 18 de diciembre de 2017, manos inescrupulosas pusieron fin a tan loable, generosa y humilde labor que Leonardo y Álvaro desempeñaban en la vereda Playa Rica – Meta, ese día les arrebataron la vida y junto a ella, los sueños, proyectos y metas de una comunidad que con ellos construían una paz estable y duradera.

Estos actos de violencia e intolerancia van más allá de la pérdida de dos vidas, representan el vacío de dos hombres “Edificadores de Paz”, quienes guiaban a una comunidad por el camino de la reconciliación.

Autor
Área de Historia, Memoria Histórica y Víctimas
Unidad Policial para la Edificación de la Paz
Policía Nacional de Colombia
Fecha: 22/ENE/2018

126

By | escritos memoria

Policía Nacional, 126 años más cerca del ciudadano.

Dirigir la Policía Nacional de todos los colombianos es una tarea ardua y compleja, que requiere la mayor atención las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Pero al mismo tiempo es una labor que deja enormes satisfacciones las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

Sin duda alguna, la máxima satisfacción es poderle servir a tiempo al ciudadano. Por su cercanía con la gente, el policía casi siempre es el primero en auxiliar a nuestros semejantes, ya sea para solucionar un problema entre vecinos o contrarrestar cualquier amenaza de la delincuencia. También, en medio de una tragedia natural, como ocurrió en Mocoa, o en un siniestro, como el caso del avión del equipo brasileño Chapecoense, o cuando necesitamos protección ante un evento extraordinario, como ocurrió con la visita del papa Francisco, que implicó ayudar a proteger al santo padre y a 6,8 millones de ciudadanos. De ahí que sea tan famosa la frase “llamen a la Policía”, que traduce llamen al servidor público más cercano al ciudadano.

Por eso, siento un profundo orgullo patrio cuando veo que nuestros policías hacen hasta lo imposible por preservar una vida o socorrer a los más humildes. Son héroes de la cotidianidad; hombres y mujeres de extrema valentía. Allá, donde hay una tragedia, siempre hay un policía ayudando a salvar vidas. Allá, donde los violentos intentan quebrantar la ley, siempre llega un informado para proteger los valores más preciados de nuestra sociedad, incluso a riesgo de ofrendar su vida.

Debo confesar que la muerte de un policía me genera un profundo dolor en el alma, no solo porque fallece un excelso ser humano y un guardián de la paz y la convivencia, sino porque una familia queda vestida de luto para siempre. Cuando muere un policía muere parte de la institucionalidad que tanto le cuesta construir a una nación.

Trabajar por Colombia requiere de un gran equipo, requiere del liderazgo y el compromiso de cada señor general, coronel, teniente coronel, mayor, capitán, teniente, subteniente, sargento, comisario, intendente, subintendente, patrullero, agente, auxiliar y personal no uniformado. Es la unión de más de 180.000 líderes para trabajar ‘Por una Colombia segura y en paz’.

Nuestro país vive momentos de grandes retos y desafíos. Este año y los venideros se proyectan como tiempos de grandes transformaciones para nuestra sociedad. Por eso, nuestra patria necesita del concurso de sus mejores líderes para continuar avanzando en la búsqueda de una paz estable, duradera y completa.

En el caso de la Policía Nacional hemos estructurado un proceso de Modernización y Transformación Institucional (MTI), hoja de ruta que proyecta la institución del presente y el futuro acorde a las necesidades del país. A través de 15 líneas estratégicas, que ya están en proceso de consolidación, le entregaremos al país policías más humanos, íntegros, disciplinados, innovadores y efectivos en su gestión; policías más cercanos al ciudadano, nuestra razón de ser.

Ya son 126 años al servicio de Colombia. 126 años acompañando la cotidianidad de todos nuestros compatriotas. 126 años en los cuales la institución se convirtió en patrimonio de todos los colombianos.Desde aquel memorable 5 de noviembre de 1891 hasta hoy, la Policía Nacional de todos los colombianos ha sido una institución incluyente, intérprete de esa inmensa riqueza multicultural y pluriétnica de nuestra nación. ¡Gracias, Colombia!, por confiar en su Policía Nacional, institución que a diario trabaja ‘Por una Colombia segura y en paz’.

Autor
General JORGE HERNANDO NIETO ROJAS
​Director General Policía Nacional
“Allá, donde hay una tragedia, siempre hay un policía ayudando a salvar vidas.”
Fecha: 09/NOV/2017

Convicción

By | escritos memoria

¡Una convicción que nunca morirá!

El 30 de septiembre de 2017, el teniente Wilfredo Madrigal Galvis y sus dos compañeros, los patrulleros Carlos Alfredo Lara Márquez y Juan Gabriel Narváez Cabrera, despertaron a las 5 de la mañana, como todos los días, para iniciar las labores que como integrantes de la Unidad Policial para la Edificación de la Paz (UNIPEP) les demanda en el “Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación”, lugar destinado para la concentración de los exguerrilleros de las FARC- EP, en zona rural del municipio de Miranda en el departamento del Cauca.

A sus 32 años de edad y 8 de servicio en la Policía Nacional, el teniente Madrigal y sus dos compañeros, nunca pensaron que ese día quedaría marcado para siempre en la memoria de los colombianos y en especial, en la de sus familias. Sobre todo, porque un acto cometido con tanta violencia debería ser motivo de indignación nacional, más aún, en un país donde la PAZ es sinónimo de esperanza y un derecho de todos los colombianos.

Ese día, Madrigal ordenó a sus 35 hombres desplegar el servicio de policía, para realizar actividades comunitarias, garantizar el desarrollo de los procesos de prevención, disuasión, control de los delitos y conductas contrarias a la convivencia, tal como hace más de un año lo venían realizando estos hombres y mujeres policías.

Un grupo realizó jornadas de vacunación, acompañamiento y participación en actividades recreo-deportivas con la comunidad y exintegrantes de las FARC en parque principal de Miranda y el otro, en la vereda de Monterredondo. Al culminar su servicio, Wilfredo, Carlos y Juan, fueron a recoger los compañeros que se encontraban en Monterredondo, pero en su desplazamiento por el sector Caraqueño y Potrerito, fueron atacados violentamente con artefactos explosivos y ráfagas de fusil ocasionándoles la muerte inmediatamente.

El vehículo rodó por un precipicio con sus cuerpos en el interior y desde la parte alta de la montaña, corrían los victimarios para confirmar la efectividad del ataque terrorista y, sin sobresalto alguno ni respeto por la humanidad de estos colombianos, saquearon sus bolsillos robándoles objetos personales, fusiles y pistolas que tenían para su protección.

Wilfredo Madrigal, oriundo del municipio de Rovira – Tolima, Carlos Lara del municipio de Lorica – Córdoba y Juan Narváez de Venadillo – Tolima, murieron convencidos de que la paz es la única forma en la que los colombianos merecemos vivir y por ello, ofrendaron su vida. Sin duda, una ilusión que nunca morirá y por la que seguirán sirviendo nuestros hombres y mujeres de la Policía Nacional de Colombia.

Autor
Área de Historia, Memoria Histórica y Víctimas
Unidad Policial para la Edificación de la Paz
Policía Nacional de Colombia
Fecha: 01/OCT/2017

Artista

By | escritos memoria

El artista de la guerra

Me desempeñaba como Agente de la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional entre los años 80-90. En esa época se libraba una ofensiva abierta contra los carteles de la droga que estaban en cabeza de Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha. Teníamos que enfrentar a la guerrilla más fuerte de ese tiempo “La coordinadora Guerrillera Simón Bolívar”, integradas por las FARC, el M-19, el EPL y el ELN.

Trabajaba en Florencia – Caquetá como conductor de un camión que transportaba el personal de apoyo, el día 17 de noviembre de 1990, aproximadamente a las 08:30 pm nos dirigíamos al municipio de Curillo, donde se presentaba una incursión guerrillera. De la parte interna de una finca salía un tubo de desagüe que conducía a un abismo, las FARC metieron explosivos en este y al pasar por esta vía exploto el camión. Ese día murieron 42 compañeros de la policía y resultamos tres personas heridas. Al momento de la detonación la cabina se desprendió, rodamos a un abismo de 500 metros. Recuerdo que uno de los guerrilleros bajo y nos revisó bajo luz, sin embargo, por las heridas creyeron que estábamos muertos.

Estuve en coma profundo por seis meses, sufrí discapacidad sensorial y estrés postraumático; pero desde una silla de ruedas me propuse con la ayuda de Dios y de la Policía Nacional, recuperarme. Dentro de la fisioterapia se trabaja con barro para dar plasticidad a las manos, reducir la ansiedad y recuperar la función motora que se pierde en un atentado terrorista, aprendí algunas cosas de la escultura y plastilina. En el arte empezó mi camino a la sanación. En mis horas de tedio comencé a hacer figuras y descubrí que podía ser un artista en la escultura. Un día asistí a un taller de acuarela y el profesor de arte observando mi trabajo me dijo:

-¿Usted antes del accidente pintaba?

-No señor, nunca lo he hecho – le respondí-, entonces descubrí mis potencialidades latentes como artista empírico.

-Me gustaría ver un cuadro suyo.

-Nunca he pintado – le contesté-

-Tan raro “un escultor llegar a ser un gran pintor, pero no todo pintor llega a ser un gran escultor”. Posteriormente, conocí un fundidor de bronce y aprendí esta faceta artística durante seis años.

Hoy día soy artista plástico, poeta y escritor. En el arte puedo expresar mis frustraciones, mis angustias, mis emociones más profundas. Tengo la necesidad de dejar un legado, un nuevo concepto del arte en el posconflicto de Colombia. Contribuir a la reconstrucción histórica del conflicto, mediante obras que busquen el perdón y el olvido como mi retrato de “Marquetalia”. Ahora tengo un libro terminado, llamado “Una historia de vida del arte contado en las trincheras de la Guerra”.

En el arte, se abre un gran portón donde los artistas en condición de discapacidad, heridos en conflicto, las viudas que han perdido sus esposos y muchas personas que tienen su obra guardada, van a tener la oportunidad de expresar mediante el arte sus vivencias, lo que genera una apertura de un mercado grande para ellos. Eso es posible gracias a la perseverancia y a Dios por habernos obsequiado un don.

Autor
Agente  JELVER MORENO DIAZ
Fecha: 09/ABR/2017

Agricola

By | escritos memoria

Renaciendo a través de proyectos agrícolas

Ser integrante de la Policía Nacional exige un gran compromiso, vocación y liderazgo. Ser ejemplo ante la ciudadanía y sin importar la circunstancia o situación se debe estar siempre presto a cualquier requerimiento de la comunidad y al servicio de la policía. Me duelen los casos de aquellos compañeros que van en contravía de nuestro deber como guardianes del orden, estos son pocos. Como oficial me siento orgullo de aportar en la formación de hombres y mujeres de la Policía Nacional para cumplir con nuestro mandato en la preservación de la convivencia ciudadana y promoción de los derechos humanos.

El 25 de octubre de 2003, cuando ostentaba el grado de Teniente y ejercía como comandante de una de las secciones del EMCAR (Escuadrón Móvil de Carabineros) del Departamento del Cauca, fui notificado para dirigirme a verificar la situación que se estaba presentando en el municipio de Silvia (Cauca), al parecer un hostigamiento que estaba desde la noche anterior. Cuando nos desplazábamos del municipio de Piendamo a Silvia, a las 05:40 horas, en el sitio conocido como “la virgen” o “la capilla”, fuimos atacados por un grupo de las FARC, quienes utilizaron armas no convencionales (entre ellas con munición contaminada o envenenada), este hostigamiento duró dos horas aproximadamente.

Allí vi morir a dos de mis subalternos, uno de ellos perdió el 75% de la cabeza como consecuencia de las explosiones, además quedamos varios heridos. A pesar de las heridas que me generó la emboscada (herida con tiro de fusil en la pierna izquierda, herida con esquirlas en el estómago, brazo izquierdo, entre otros), siempre estuvo en mi mente salvaguardar la vida de los hombres que estaban bajo mi responsabilidad.

Hoy día después de 13 años, continuo con el tratamiento médico por las graves lesiones que me generó ese suceso, ya que, me correspondió convivir por varios meses con colostomía (procedimiento quirúrgico en el que se saca del cuerpo un extremo del intestino grueso a través de aberturas en el estómago) y parálisis en el pie izquierdo por pérdida del sistema nervioso, ademas de continuar en tratamiento por estrés postraumático. A pesar de ello, persevero trabajando con el mismo amor por mi patria y mi institución, la Policía Nacional de los colombianos.

Por otro lado, mi gran sueño es ver consolidado el proyecto de Yuca Paz, una propuesta de inclusión social, emprendimiento y desarrollo sostenible para los integrantes de la Policía Nacional y sus familias.

Autor
Teniente Coronel FELIX ANDRÉS VERA BRAVO
Fecha: 09/ABR/2017

Catatumbo

By | escritos memoria

La niña que nació en una canoa en medio del Río Catatumbo

Oriunda de La Gabarra (Norte de Santander), nací el 02 de febrero de 1995, en una canoa en el Río Catatumbo en medio de la noche, ya que el único medio de transporte de la finca al puesto de salud de La Gabarra era por ese medio. Recuerdo entre mis días felices e inocencia de infancia, a mis 4 años, cuando con mi hermana Adriana nos bañábamos en el caño, donde aprendimos a nadar, jugando con los patos, mientras mamá lavaba la ropa. Asimismo, situaciones como en las que sin entender cuando pasaban en fila india hombres y mujeres armados, en las noches cerca de la finca, mi madre temerosa y angustiada nos decía: “estecen acá quieticas y no hagan bulla”. Así como los retenes y cuerpos de personas fallecidas sobre la vía La Gabarra o los cuerpos flotando en el río Catatumbo.

Un evento muy triste fue cuando mi madre nos envió a la ciudad de Cúcuta en donde un tío y su esposa nos cuidaban a mi hermana y a mí, quedándose ella en la finca, ya que este era el medio de trabajo y sustento de nosotras. Tiempo después entendí el porque de esta decisión y un suceso que marco y afecto la salud física y emocional de mi madre; la ser secuestrada, amarrada a un palo, sin alimento y agua por un día, por grupos armados ilegales que delinquían y en disputa del territorio con otros subversivos, esto obligó a abandonar nuestras tierras, animales, cultivos, enseres y todo lo que un día representó nuestro hogar, fue por ello, que nos radicamos en la ciudad de Cúcuta.

Por esto y muchas otras cosas más fuera de la violencia, es que queremos reconocer las voces y exaltar la noble labor que durante 125 años han desarrollado nuestros hombres y mujeres policías. Asimismo, que el sacrificio hecho por miles de colombianos anónimos, durante la historia del conflicto armado, no quede en el olvido ni sea desconocido para las futuras generaciones.

Autor
Patrullera LEIDY YARITZA CELIS SUELTA
Profesional en Servicio de Policía
Fecha: 09/ABR/2017